Roubini vaticina una crisis totalmente distinta a la de 2008 y que no se podrá revertir con medidas tradicionales
Advierte que esta vez, el mundo se enfrentará a shocks negativos sostenidos de la oferta, "que exigirán una clase de respuesta muy distinta en el mediano plazo".
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Nouriel Roubini, el economista turco doctorado en la Universidad de Harvard -también conocido como el Doctor Catástrofe- se hizo célebre por advertir con dos años de anticipación la crisis de 2008; ahora ha vuelto a pronosticar que en 2020 se darán las condiciones necesarias para una nueva crisis, seguida de una nueva recesión. En su columna publicada esta semana en Project Syndicate, "La anatomía de la recesión que viene" plantea que hay tres posibles shocks de oferta negativos capaces de provocar una recesión global en 2020. ¿Cuáles son y cómo deberían enfrentarse?
De acuerdo al experto, todos ellos son reflejo de factores políticos que afectan las relaciones internacionales; dos involucran a China, y Estados Unidos está en el centro de cada uno de ellos. "Además, ninguno admite tratamiento con las herramientas tradicionales de la política macroeconómica anticíclica", enfatiza.
Punto a punto
Roubini explica que el primer shock potencial deriva de la guerra comercial y de monedas entre Estados Unidos y China, el segundo tiene que ver con la guerra fría tecnológica que se está gestando entre Estados Unidos y China, mientras el tercer riesgo importante tiene que ver con el petróleo. Si bien sus precios han disminuido en las últimas semanas, y una recesión activada por una guerra comercial, monetaria y tecnológica deprimiría la demanda de energía y presionaría a la baja sobre los precios, mientras la confrontación de Estados Unidos con Irán podría gatillar el efecto contrario.
Todo lo anterior, a su juicio, provocaría un efecto estanflacionario, "al provocar un encarecimiento de las importaciones de bienes de consumo, insumos intermedios, componentes tecnológicos y energía y al mismo tiempo reducir la producción al trastocar las cadenas globales de suministro".
A ello se suma que este conflicto está provocando un proceso de desglobalización, el que implicaría que los países y las empresas ya no pueden confiar en la estabilidad a largo plazo de esas cadenas de valor integradas.
La acción de los bancos centrales
Un punto que aborda largamente en su columna es la actuación de las autoridades monetarias y fiscales y si éstas están suficientemente preparadas para un nuevo shock. Agrega que en el corto plazo frente a una posibilidad de que se produzca un shock negativo de demanda, las bajas de tasas de los bancos centrales son correctas.
No obstante, dice que en el mediano plazo, la respuesta óptima a los shocks negativos de la oferta no es una política expansiva, sino ajustarse a ellos sin continuar la expansión. "Esos shocks no se pueden revertir con medidas monetarias o fiscales", advierte y agrega que, a diferencia de 2008, la recesión que puede venir será totalmente distinta: "Esta vez, el mundo se enfrentará a shocks negativos sostenidos de la oferta, que exigirán una clase de respuesta muy distinta en el mediano plazo. Tratar de deshacer el daño con un estímulo monetario y fiscal interminable no será una opción sensata", puntualiza.